DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS
Reflexión
La historia que nos
presenta Maurice Sendak, nos permite
apreciar la manera cómo él percibe los imaginarios de los niños, nos deja ver
que la mente de los infantes es un libro abierto, todo cuanto ellos se imaginan
lo hacen realidad, sus sentimientos están a flor de piel y sus emociones son tangibles.
En Max, el
personaje del cuento, vemos reflejada la manera como los niños se apropian de
sus emociones, sentimientos y pensamientos.
Éstas surgen de la relación con su entorno más próximo. La fantasía
les permite llevar a acabo eso que en la realidad a veces no les permitimos. Su
autor Maurice Sendak logra captar estos elementos y dibuja todas estas
sensaciones con palabras y con ellas hace participe al lector.
Las
ilustraciones van apareciendo al recrear en cada rincón del cuarto, ese lugar
fantástico que le permite a Max realizar lo que en su mente va creando. La música
ofrece suspenso y a la vez logra distensión de aquellos momentos que pueden
asustar al espectador. De igual manera la voz del narrador aunque acentúa los
momentos de tensión también juega con las tonalidades y con la dulzura de la
voz para suavizarlos.
La pertinencia
de esta historia parte para mí, de no querer aterrar a los niños con los monstruos,
al contrario, presentar con naturalidad el valor de Max al neutralizar el temor
que los niños pueden sentir al percibir su propia sombra aumentada en la penumbra
u otras percepciones con las que nuestra mente nos juega malas pasadas.
Algo que me
cautiva aún más de esta historia, es la manera como él quiere volver a su realidad,
al refugiarse en sus afectos, dibujando esta sensación que lo atrae “con el
olor de la sopa”, y a su regreso “aún está calientica”. El seno del hogar está
allí precisamente. El sabor a casa, el sabor a mamá, en ello se deposita toda
su seguridad.
Bertha Cecilia Zárate C.
Un comentario profundo
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