Profesora Clara Cuervo
Equitación y otras prácticas con pegasos
El Niño cabalga sobre nubes de versos en el
caballo que le ha prestado la niña: el viento le pega en el rostro,
impregnándole de luces de colores, cada cual con una forma. Abajo hay un
profesor (con cara de saberlo todo sobre cualquier cosa y querer juzgar a cada
inocente), que le ordena a gritos que baje; pero el pequeño no alcanza a oirlo,
pues su vuelo es cada vez más alto: ha ganado una milenaria batalla, la de la
imaginación contra el "orden natural". Distante en el tiempo y el
espacio, comparto su triunfo, mientras me figuro la cara del maestro, en un
gesto de indignación e impotencia, traducido en la máscara de una convicción
solo respaldada por la mediocridad inconsciente. Gozo retomando la sorpresa,
encontrando que el caballo no es solo una metáfora sino que, de repente, surge
de la fantasía y huye conmigo.
Cuestionables y malditos
En su artículo, Clara Cuervo cuestiona varias
prácticas respecto a la enseñanza de la lectura y la escritura, entre las que
se cuentan:
- La tendencia a priorizar el desarrollo de la
motricidad fina, relegando la oportunidad lingüística y cognitiva.
- Olvidar que los libros no solo para
"ver", sino que tienen características físivas particulare para oler,
sentir (texturas); ahora, incluso oir, saborear, cuando se leen. Negar la
aestesis y la catarsis.- La tendencia egoista a priorizar la lectura individual para entender, haciendo que la lectura en voz alta se vea como una amenaza para el ego.
- Pretender acercar a los niños a la lectura solo a través de la razón y no de la emoción. No "contagiar" (como diría Ana María Machado), más que enseñar.
- Desplazar la imaginación, olvidado su papel
en la creación de realidades e individualidades.
- Creer que el "hábito de leer"
forma buenos (verdaderos) lectores.
Para combatir estos problemas, la autora nos
habla de la necesidad de que "el maestro esté implicado, padece, está
afectado, es decir si hay un libro que ha sido su tormento, su dolor que lo ha
desgarrado, buscado, encontrado que también le ha dado alegría,
tranquilidad" (Cuervo, 2008). Por otro lado, reflexiona sobre la
importancia de entender que el cuerpo es un territorio de oportunidades, no
solo un recipiente inerte, y que los niños pueden aprovecharlo para dejarse
sacudir por los libros y sus mensajes, conmover, motivar. Además, se debe pasar
por encima del ego y crear comunidades de lectura, compartiendo ideas,
percepciones, sueños.
A grito herido y otras agonías lectoras
Es probable que muchos maestros no se den
cuenta del daño que provocan a los niños cuando les obligan a realizar
determinadas actividades académicas, una de las cuales es la lectura en voz
alta, que suele hacerse en contextos no preparados para tal efecto: primero,
hay que motivar en los niños, si no una reflexión democrática en torno a la
alteridad, al menos la construcción de mínimos éticos. Además, el maestro debe
evidenciar un "modo de" tratar con los libros (delicadeza, pasión,
cariño, emoción al tomarlo y entregarlo) que le muestre al estudiante que lo
que recibe es un tesoro, no solo un baúl lleno de magia, sino que también su
madera es especial.
Giovanny Oliveros P.
Las Verdades de un Diario, la Realidad de Muchos Cuerpos
La importancia de que los profesores amen la lectura no es
simple y llanamente dar ejemplo sino dejar ver a través de sus emociones eso
que la lectura ha hecho de ellos, esa afectación corporal, la capacidad de
asombrarse, de alegrarse de hacer de su practica un espacio de aceptación y de
encuentro con los otros y de los otros entre ellos de forma natural casi imperceptible, para que no suceda lo que
apreciamos al leer el texto del diario
del joven de los escritores de la libertad, donde podemos reconocer en el unas
marcas (cicatrices) en su cuerpo, en su subjetividad que transgredieron su relación
con la escuela, con la lectura y con su formación.
Se pues como maestro de literatura culpable de dejar huellas que inspiren los más hondos suspiros y no cicatrices de un evento sufrido que solo quieran olvidar y dejar atras.
Walter Arias.
Mis queridos Giovanny y Walter, me encantaron sus escritos. Giovanny tu primer párrafo nos inivita a soñar... a seguir creyendo en la imaginación...
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