Donde sea que vivan los monstruos…
Quizá sea cierto eso
de que cada uno puede ser el mayor enemigo de si mismo. Así, es casi seguro que
también se cuenta con el poder de crear o destruir los propios temores.
"Donde viven los monstruos" resulta ser un ejemplo lúdico y
oportunamente didáctico para reflexionar sobre esta teoría: ¿es un asunto de
inocencia o picardía sentirse superior a los seres aterradores? ¿la complicidad
puede hacer que ellos nos conviertan en sus reyes? ¿estar por encima del miedo
puede no ser tan emocionante? ¿este puede superarse si se mira de frente?
La imágenes nos sugieren
un libro para niños, con ilustraciones gigantes a todo color (sin embargo, en
este caso hay poco brillo, como reforzando la idea de ensueño, de esa niebla
que a veces envuelve las ideas). La música acompaña muy bien el desarrollo de
las situaciones, resaltando los puntos de giro. Esto se ve reforzado con las
reiteraciones de ciertos párrafos o palabras, como en el ejercicio oral de la cuentería,
en el que dicho "martilleo" fortalece el lazo con el lector (el
escucha).
La historia es
envolvente, y su juego con el tiempo me lleva incluso a pensar en la teoría de
la relatividad (Einstein), pues el personaje "entra y sale por la
semanas", "salta un año", lo cual me hace pensar en una especie
de "poética de la física" (o viceversa), afirmando sin duda alguna la
pertinencia de "Donde viven los monstruos" para ser abordada en un
círculo de lectores, como ejemplo de dinamismo, de sencillez, de metáforas
universales e, incluso, de aprovechamiento del multimedia en la creación de
hábitos de lectura.
Giovanny Oliveros Pinzón
ID 00010131874
Interesante..... inte...re.....sante.... esperemos saltar por lo menos en la linealidad del tiempo
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