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lunes, 13 de mayo de 2013

Entre la imagen y el lector

La investigación de Arizpe y Styles, me ha hecho reflexionar sobre la superficialidad de la que a veces sufrimos como lectores (hablo en plural para sentirme menos mal, pues no sé que tanto me respalden las estadísticas); entendida esta mediocridad como la tendencia facilista a "caminar sobre el agua", sin mojarse, llegando a la otra orilla sin haber notado la sorpresa de los peces y demás criaturas al otro lado. En el artículo, hay una cita de Browne que nos hace pensar (sin proponérselo, creo) en la brecha que existe entre un libro "mal hecho" y uno "mal leído": a veces las imágenes y sus pies de foto son elementos opuestos, a veces no; pero siempre el lector tienen la responsabilidad de buscar, de sacar la lupa para escudriñar en los rincones de la luz y el color, de las formas.

Las autores trabajaron con población escolar y descubrieron cosas que bien pueden convertirse en elementos de teoría psicológica, pues algunos estudiantes que, usualmente, no se encuentran entre los más "pilos" resultan ser los más perceptivos, y se dejen contagiar por el mensaje estético de los libros ilustrados, en un giro de alteridad que, como acontecimiento ético, le transforma (Larrosa). Además, llenan los aparentes vacíos de la historia su imaginación y los recuerdos sobre otros cuentos y experiencias (aprendizaje significativo).

¿Y qué decir de lo que viene después? Ejercicios como dibujar sobre lo leído muestran un nivel de apropiación que va más allá de la "comprensión", evidenciando un proceso de creación - recreación que motiva a todos a explorar más.



La flor quérase










Giovanny Oliveros P.

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