Entre la imagen y el lector
La investigación de Arizpe y Styles, me ha hecho
reflexionar sobre la superficialidad de la que a veces sufrimos como
lectores (hablo en plural para sentirme menos mal, pues no sé que tanto
me respalden las estadísticas); entendida esta mediocridad como la
tendencia facilista a "caminar sobre el agua", sin mojarse, llegando a
la otra orilla sin haber notado la sorpresa de los peces y demás
criaturas al otro lado. En el artículo, hay una cita de Browne que nos
hace pensar (sin proponérselo, creo) en la brecha que existe entre un
libro "mal hecho" y uno "mal leído": a veces las imágenes y sus pies de
foto son elementos opuestos, a veces no; pero siempre el lector tienen
la responsabilidad de buscar, de sacar la lupa para escudriñar en los
rincones de la luz y el color, de las formas.
Las autores trabajaron con población escolar y
descubrieron cosas que bien pueden convertirse en elementos de teoría
psicológica, pues algunos estudiantes que, usualmente, no se encuentran
entre los más "pilos" resultan ser los más perceptivos, y se dejen
contagiar por el mensaje estético de los libros ilustrados, en un giro
de alteridad que, como acontecimiento ético, le transforma (Larrosa).
Además, llenan los aparentes vacíos de la historia su imaginación y los
recuerdos sobre otros cuentos y experiencias (aprendizaje
significativo).
¿Y qué decir de lo que viene después? Ejercicios como
dibujar sobre lo leído muestran un nivel de apropiación que va más allá
de la "comprensión", evidenciando un proceso de creación - recreación
que motiva a todos a explorar más.
La flor quérase
Giovanny Oliveros P.
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